domingo, 23 de agosto de 2015

Diario de viaje II. La pregunta. (16-07-2010)

 Nos levantamos a las seis de la mañana, íbamos a ir a la Torre Eiffel. Aún recuerdo cuando hace años me pediste matrimonio en lo alto; recuerdo que subimos al primer piso por las escaleras, al llegar estábamos cansadísimos, pero yo sentía que aquel viaje iba a ser mágico, asique me deshice del cansancio.
 París, la ciudad del amor, fue espectacular. Paris, la ciudad de las luces, fue, sencillamente espectacular.
 Ya en lo alto se podían sentir millones de vibraciones, era como si la torre estuviera viva, y cuando encendía sus luces... bueno, el sentimiento era  indescriptible... una obra de arte...
Hicimos muchísimas fotos, tantas que casi no nos quedaba espacio para más; subimos, ya en ascensor, a la última planta. La ciudad se reveló, parecía un regalo divino; allí, en todo lo alto de la torre, no podía evitar uno sentirse pequeño. Para finalizar el día, tú me preparaste una cena en la cumbre de aquella preciosa torre, sin nadie más que tú y yo; excepto, claro, los camareros que nos sirvieron aquella maravillosa cena.
 París a nuestros pies, sus luces mágicas y, para mi sorpresa, la famosa pregunta.
 Fue el mejor momento de mi vida, y que en nuestro último viaje a París me recordaras, imitando a la perfección todos los detalles fue inmensamente gratificante.
 Dos momentos que yo nunca olvidaré.  
-Pgn.

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